¿Hay vida después de la muerte? Esta es quizá la pregunta existencial más antigua y a la vez más humana que existe y a la cual no tenemos respuesta. La Medicina, ciencia, o la religión han expuesto sus teorías a través de los siglos y han intentado crear doctrinas. Ahora podemos añadir una más, la de la comedia. Porque no hay nada mejor, o peor, según cómo se mire que morirse de risa. Si desean traspasar la línea del más allá pueden acudir al monólogo de Santi Rodríguez en el Teatro Cofidis Alcázar.
Todo empieza, o termina, con una mudanza. Nuestros recuerdos y pertenencias envueltos en cajas de cartón a la búsqueda de un nuevo destino. Así da inicio el nuevo espectáculo del archiconocido actor y monologuista Santi Rodríguez junto al también cómico, actor y guionista Kikín Fernández, que se encarga de dirigir este proyecto, después del éxito de su anterior andanza teatral con Infarto, no vayas a la luz. Espíritu es una obra que intenta imaginar cómo puede ser el día a día de una persona fallecida, que sigue viviendo en su casa y seguramente tenga que mudarse porque los inquilinos son gente inaguantable.
Celebro y disfruto con nuevas propuestas teatrales enmarcadas en el género monologal cómico. No hace falta echar la vista mucho tiempo atrás para percatarnos del avance exponencial de este tipo de espectáculos. Antes estaban relegados a secciones televisivas, posteriormente fueron espacios propios con enorme éxito y con el paso de los años han copado las salas de los teatros con el mismo o mejor resultado. En el presente, como cualquier producto cultural, el factor clave es la diferenciación. El monologuista debe ofrecer algo más que una sucesión de chistes narrados desde el modo unipersonal engarzado en un texto que expresa su visión del mundo. Aquellos que saben cómo crear un espectáculo disruptivo, atrayente y cómico tienen el éxito asegurado y más si son un nombre propio en el humor, como es este caso.
Los monólogos cómicos suelen basarse en temas cotidianos, mundanos e intrascendentes mientras que el monólogo dramático trata temas más profundos e incluso omite el destinatario y pasa a ser un soliloquio. Espíritu no cumple esta regla no escrita y es precisamente una de las primeras virtudes del libreto. Rodríguez (famoso por interpretar al frutero de la serie de televisión de Telecinco “Siete vidas”) y Fernández (con trabajos en series como “Aída”, “Mis adorables vecinos”, “Manolo y Benito”) sorprenden al espectador con esta temática misteriosa que ya de por sí engancha a todos los públicos. Además conforme van pasando los minutos el espectador va entendiendo el porqué de lo que ve y es todavía más atrayente. En definitiva, es una propuesta formada por un relato compacto, estructurado, con varios personajes y dotada de sentido argumental, pese a tener momentos disparatados, surrealistas y catárticos para no olvidar que estamos en una comedia.
Fantasmas hay muchos y no solo están en el más allá. Algunos no se diferencian mucho de lo que hay en el mundo de los vivos y, visto esta representación, quizá haya que tener más miedo a los que están a nuestro lado que a los muertos. En un mundo donde parece que prima el individualismo y la empatía y solidaridad solo aparecen en situaciones límites, vale la pena reflexionar si queremos seguir siendo espíritus o formar parte activa de nuestra sociedad. Esta es una de las múltiples reflexiones a extraer del libreto escrito por Santi Rodríguez y Kikín Fernández, dos monstruos (en el sentido metafórico del término) de la comedia. Su propuesta es inteligente, atractiva y como no puede ser de otro modo, muy divertida.
La obra juega también con la intriga, aunque perfectamente podría haberse explotado más este aspecto y entrar en el terreno del miedo y así ser una comedia terrorífica. Lo que sin duda puede apreciarse es la gran maestría, seguridad y soltura de Santi Rodríguez en el humor y en la forma de trasmitirlo. Este afamado cómico con incontables apariciones en programas televisivos conecta desde el inicio con los presentes por su cercanía, bonhomía y carga de verdad, porque estoy convencido que aquello que nos cuenta ninguna persona tiene argumentos para rebatirlo. En un instante también hace una dinámica grupal donde el público será protagonista y además de reírse eliminará toda la tensión del día.
Rodríguez hace gala de su personal vis cómica, su marcada gestualidad facial y corporal que le hacen único y su facilidad para la imitación. En un momento dado se desdobla y representa con arte y brío otros personajes iguales o más terroríficos que él mismo. La facilidad para introducirse en el relato también es producida por una inteligente puesta en escena y la buena conjunción de los elementos ubicados en el proscenio; además del sensacional trabajo de iluminación y los efectos sonoros al crear el ambiente propicio para el humor de otra dimensión.
Detrás de una sucesión de chistes, de situaciones disparatadas o de su visión particular del más allá, los espectadores también verán el lado más humano del natural de Málaga afincado en Jaén. Con una enorme sensibilidad, Santi homenajea con este espectáculo a aquellos que no están con nosotros y se fueron de este mundo para siempre… o no. En definitiva, es un canto a la vida, a aprovechar cada momento y a ser felices; y no se me ocurre mejor forma y más sencilla de ser feliz que a través de la risa.
En Espíritu disfrutarán de una comedia del más allá con un humor de otra dimensión gracias al relato cómico del sensacional Santi Rodríguez
Alberto Sanz Blanco
Periodista